miércoles, abril 23, 2014

Las margaritas del Chancho (III)

Podría hacer hecho una mención de esto en algún apartado de algún post de los comunes, ya saben, esos de PRIMER SORONGO, SEGUNDO SORONGO, etcétera, pero no le estaría haciendo justicia. La recomendación ferviente para los dos o tres trasnochados anacrónicos que todavía siguen leyendo este blog es un disco del uruguayo Fernando Cabrera. Corrección: EL disco de Fernando Cabrera. Y ya que de justicia hablamos, he de admitir que este disco no fue descubierto por mí gracias a mis autoproclamados superpoderes melómanos. Un compañero de trabajo que tuve en el 2009 en un trabajo que tuve en el 2009 me retrucó "Fernando Cabrera" mientras yo intentaba adoctrinarlo al GaboFerrismo. Reconocí mi ignorancia sobre el sujeto en cuestión secretamente pensando que si-no-lo-conozco-debe-ser-una-huevada, sin demostrar más que un interés de compromiso, cosa que no detuvo a mi compañero de trabajo, quien me trajo al otro día un cd con varios discos de Cabrera en formato mp3. Como sabía que a esa altura iba a tener que escucharlo sí o sí, pregunté cuál era el disco ideal para entrarle al tal Cabrera. Y Nazareno, porque así se llama, digamoslo de una vez, me dijo sin dudar: "Bardo"



Lo puse en el pen drive que conectaba entonces mediante imposibles artificios al autoestéreo vintage del PiluquiMóvil y le dí play. Hago toda esta introducción para que se entienda qué poco esperaba de este asunto y cuál fue el impacto de la trompada musical que recibí en plena jeta a los diez segundos de comenzado el primer tema. Y acá se pone peliaguda la cosa, porque supone tratar de describir una voz, una forma de cantar que no existe, que es imposible, resulta un desafío para el que no me da el handicap. Porque además no se queda en la voz, digamos, singular de Cabrera, sino también en la música intrincada, imprevisible, que va para lados que el oído no espera, que entrega sorpresas a la vuelta del segundo o tercer acorde que tampoco existe, igual que la forma de cantar. Y por si fuera poco, las letras a la altura de tanto revuelo. Uno no espera esta línea: La catarata llana de tu marea sentí, caminata a orillas del mar. Me pareciste un faro con tu campana de luz, la fogata da su señal. Y recién iban cincuenta segundos del disco. Para cuando llegué al quinto tema, estaba entregado. Hablo de Dulzura distante. Pero ya no puedo seguir buscando y citando fragmentos de letras porque terminaría transcribiendo todo el puto disco. Digamos mejor que este disco es la puerta de entrada a un universo del que uno sale siendo otro. A esta altura del partido, ya lo hemos visto con Osita unas cuatro veces y cada vez ha sido una revelación. Así que ya saben.

3 comentarios:

Amperio dijo...

Chancho:
He dejado por un instante la cueva donde hiberno desde hace algunos años solo para decirle que hay un tema de Cabrera dedicado a Piazzola (me parece que en Fines) que es la maravilla del posperonismo transaccional.
Lo abrazo sobre mi corazón y no se olvide que lo quiero..

UAP, cusifái.

Chancho Piluqui dijo...

"La soledad te la regala el diablo cuando se acuerda de sonreír".... Amperio, Amperio, compañero Amperio... qué alegrón verlo emerger de las brumas del eterno invierno que lo tienen metafísicamente enfiacado. Y sí, es del disco Fines, donde por otro lado está "La casa de al lado" que ya es cosa sobrehumana, vea...

Le acepto el abrazo, pero usté tampoco olvide que yo también lo quiero y que, si sirve de algo, somos más de cuatro los que gustosamente saldríamos a darnos una trompada en su nombre.

UAP, mi estimadísimo.

amperio ofláin dijo...

Ud. me está pidiendo que no termine de proferir,Chancho..? Sepa que Ud. también es incorregible, como nosotros..

UAP, mi socio. Lo abrazo bajo mi sobaco derecho porque en el del corazón tengo prendida una vela a Sanpedritotróglio, el milagroso...