miércoles, mayo 21, 2014

Las margaritas del Chancho (IV)

La cosa es así. Enero de 2012. Osita y su servidor andábamos en una escapada fugaz por la República Oriental del Uruguay, más precisamente en Piriápolis, cuando en un restaurante donde devorábamos con total impunidad un chivito uruguayo (que no es chivo, sino una especie de sánguche clásico con de todo) aparecieron unos pibes anunciando que iban a tocar unas canciones, ahí nomás, en la vereda misma. Ya nos había pasado en otros lados donde musicuelos irrumpían para descerrajar horrorosas versiones de temas aún más horrorosos (sí, Arjona, te estoy mirando a vos), así que no teníamos grandes expectativas al respecto. Sin amplificación, apenas una guitarra, un cajón y dos voces se encargaron de taparnos la boca, que ya bastante tapada de chivito uruguayo estaba (sin mencionar la cerveza Patricia, bebida de improbable nombre de la cual Osita es ferviente fanática). Resulta que los pibes que tocaban tenían el descaro de hacer temas propios. Y a pesar de que no se podía escuchar del todo bien, principalmente por unos salames que estaban en la mesa de al lado jactándose de cuánto habían perdido en el casino, a pesar de eso pudimos sentir que ahí había algo interesante.
Después de tocar dos temas, los chicos pasaron por las mesas para ver si ligaban algo y de paso ofrecían un disco. Dos días después, mientras dormitábamos en un hotel de Montevideo, en un canal de esos lares se daban uno tras otro, clips de músicos independientes uruguayos, todos desconocidos para nosotros. Una canción nos arrancó del sopor, una canción firmada por un tal Santiago Cossarini Se los presento:



Una canción que en una parte decía "Ya no quiero que me tengas cagando, lo que pasa es que a veces no canto. Che, qué cosa linda la fe...." o más adelante "Esa chica es un buen partido, sabe todo lo que quiero en el nido y yo que me quiero comprar el Gol". Fui hasta el bolso, busqué el cd y resulta que, zás, es el mismo que vimos en Piriápolis. Y así fue que con un buen presentimiento nos trajimos para el Principado de La Plata el disco. Ya instalados, con los bolsos a medio desarmar, nos tiramos en el sillón, abrimos alguna bebida espirituosa que teníamos en la heladera y nos fuimos de viaje a la música. Con un nivel de grabación soberbio, Santiago Cossarini y compañía nos llevó de una punta a la otra del disco de una sola vez, a través de canciones de una belleza insondable, con una manera de cantar bastante particular (digamos a modo ilustrativo que Cossarini mora en el mismo barrio que Cabrera y Palo Pandolfo), con letras que hablan de... resulta difícil decir de qué hablan pero no porque sean particularmente herméticas, sino porque su servidor quiere escapar a ardides encasilladores como el que tiró en el párrafo anterior. Entonces mejor hacerlo literal... a ver... una canción que arranque diciendo "Yo quiero darme a vos, enrojecer mi fe" arranca ganando el partido cuatro a cero. "Y si dudás que la fuerza del amor florece, quizás te falte alguna muerte" o por qué no "Y qué clara que la tenés, sé que sos re pulenta, te la tiro de taco y ves que tenés competencia". Hace falta talento para cantar esta última línea en una canción tranqui, acústica, y que suene auténtica, porque al fin y al cabo eso es lo que termina quedando luego de escuchar el disco y volverlo a escuchar: uno les cree todo. Y uno hace bien.
Basta de parloteo. Si la curiosidad los pudo, el disco en cuestión está ACA, se llama "De la tierra y el aire" y es una joyita de punta a punta. Si quieren pispear primero, ya sea porque dudan de los gustos musicales de quien escribe o porque dudan del mundo en general, véanse ESTE VIDEO, o ESTE, o ESTE, todos elaborados por mí en un ataque de furia altruista. Disfruten, locos.


3 comentarios:

Amperio dijo...

El Uruguay no es un río, es tierra de magias. Todo es posible, mi socio, en la otra orilla. Se lo digo yo, compañero, ya que una vez en que andaba medio perdido en Palermo -el de allá- el propio Jaimerrós me indicó el bondi que tenía que tomar.

Lo abrazo en el Canariolúna, mi viejo. UAP.

Chancho Piluqui dijo...

Compañero, me lo imagino al Jaime indicándole direcciones al estilo "la calle Durazno nace a la intemperie..." Por lo pronto, lo más cerca que he estado del quía ha sido una fotografía que me hice sacar en la esquina de Durazno y Convención, maniobra que exigió que Osita se parara en el medio de la calle, donde casi fue estrolada por un Taunus, lo que me hubiera dejado viudo con el casorio recién consumado, vea.

Anónimo dijo...

Excelente Nahual! Les recomiendo escuchar la canción "De la tierra" hasta mi hija de 6 años la canta! muchos éxitos en Argentina! Me encanto la publicación, la forma de describir me hizo imaginar hasta el día que los conocieron en el restaurante de Piriapolis etc. :)