jueves, junio 29, 2006

Mi otro yo dice que yo soy el otro.


Contemplando el banquete mental en que se han convertido las cenizas de mis últimos quince intentos de llevar al teatro la vida del Mago Emmanuel.

PRIMER SALTO
Un sombrero es una puerta. Una zanja es una invitación. Un insecto es Dios. Mi ombligo es el aleph, un poco devaluado por la pelusa.

SEGUNDO SALTO
Pavor ante esto: resulta que la realidad, y todos sus componentes existen jerarquizados de acuerdo a una convención, a miles de convenciones. Pavor ante esto: si todos nos pusiéramos de acuerdo, las cosas más absurdas podrían ser consideradas de importancia vital para la subsistencia humana. Pavor ante esto.

TERCER SALTO
A veces pasa, en películas medio pelo, frases que se quedan pegadas a los sentidos. Sin ir más lejos, en Sus ojos se cerraron, Dumont dice una línea que seguramente fue concebida para la voz de Dumont, para el timbre de Dumont:
“¡¡Ahh!! ¡Pará de triunfar, vos!”

CUARTO SALTO
Desde el mismo trampolín, la Guía del Viajero Intergaláctico, una supercomputadora diseñada para dar todas las respuestas, se le pregunta el porqué de la vida, el universo y todo lo demás, y tras algunos millones de años, la computadora dice:

“La respuesta es 42”


Como tengo la ineludible certeza de que mis próximas tres novelas serán abominables, esperaré a que se me ocurra la cuarta. Tengo una buena idea en alguna parte y puede que tenga algo que ver con la cocina afrodisíaca, la dictadura del ’76, y los encuentros cercanos del tercer tipo. Oh, Fresán, Fresán. Oh Fresán, Fresán.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué forma copada de escribir che.
Un saludo.

Chancho Piluqui dijo...

tante grazzie, amici. lo mismo digo.